The Model of St. Joseph and His Great Silence
Today, our Gospel passage focuses our attention on St. Joseph. His silence throughout all of Sacred Scripture—not having one single word attributed to having come from his lips—can lead some to the misperception that he was not overly active, fatherly, and supportive in Jesus’ life. In fact, have you ever noticed during the Christmas Season in many manger scenes, Joseph is often pushed to the recesses of the crèche, with even the ox and the ass being assigned more privileged places in relationship to Jesus. Yet, this just man, in his silent way, not only had an incredibly important role in the life of his adopted son, he continues to have so much to teach us.
While during the Annunciation the angel Gabriel had “come” personally to Mary, for Joseph, the angel appears to him in a dream. Now while the dream is indeed real and reveals what is real, let’s face it, it must have been so much easier for Mary to have been able to have a personal conversation with the angel than for poor Joseph who had to discern what the dream meant. But it is here that something special about Joseph is revealed. We see here his capacity to perceive the divine and his ability to discern God’s will. And it is only a person whose heart is ever silently watchful for the divine in his or her life, who has that true sensitivity to God and His ways, who can receive and understand God’s message in the form of a dream. Because Joseph was a man of prayer, was one who was searching for God each day of his life, he had the ability to discern if this was simply a dream or whether God’s messenger had truly appeared to him and addressed him.
It is here that Joseph is presented to us as a just man with an inner watchfulness for God. And it is his inner quiet which enables him to receive and to understand God’s message. Because of his silent watchfulness, he is able to be spontaneously obedient, to be active, friendly, support in God’s plan. And it is here, that St. Joseph becomes for each one of us our model and our inspiration, for God continues to speak. Yet, are we silently watchful enough for God to be able to hear and discern His will in our lives?
Friends, with Christmas approaching and all of the craziness that this entails, it is important for us to cultivate a spirit of space and of interior recollection in this world that never stops talking. And it is St. Joseph who can be our model of recollection. And to forge this interior recollection, establish an inner dialogue with St. Joseph so that he may assist each one of us to have that fullness of faith which allowed him to hear, understand, and respond to God’s words to him. It was the silence of Joseph that had truly touched Pope Benedict when he noted: “Jesus will learn—on a human level—precisely from father Joseph this intense interior life, which is the condition of authentic and interior righteousness, which one day he will teach his disciples.”
Msgr. Geno Sylva
El modelo de San José y su gran Silencio
Hoy, nuestro pasaje evangélico enfoca nuestra atención en San José. Su silencio a lo largo de toda la Sagrada Escritura, al no tener una sola palabra atribuida de haber salido de sus labios, puede llevar a algunos a la percepción errónea de pensar que, él no fue demasiado activo, paternal y solidario en la vida de Jesús. De hecho, si alguna vez has notado durante la temporada navideña en muchas escenas del pesebre, a menudo empujan a Joseph a los recovecos del pesebre, incluso al buey y al asno se le asignan lugares más privilegiados en relación con Jesús. Sin embargo, este hombre justo, en su forma silenciosa, no solo tuvo un papel increíblemente importante en la vida de su hijo adoptivo, sino que también tiene mucho que enseñarnos.
Mientras que durante la Anunciación el ángel Gabriel había "venido" personalmente a María; para José, el ángel se le aparece en un sueño. Ahora, si bien el sueño es real y revela lo que es real, seamos sinceros, debe haber sido mucho más fácil para María haber tenido una conversación personal con el ángel que para el pobre José, que tuvo que discernir qué significaba el sueño. Pero es aquí donde algo especial se revela a José. Vemos aquí su capacidad para percibir lo divino y su capacidad para discernir la voluntad de Dios. Y es solo una persona cuyo corazón siempre está silenciosamente vigilando lo divino en su vida, quien tiene esa verdadera sensibilidad hacia Dios y sus designios, que puede recibir y comprender el mensaje de Dios en forma de sueño. Como José era un hombre de oración, era alguien que buscaba a Dios cada día de su vida, tenía la capacidad de discernir si esto era simplemente un sueño o si el mensajero de Dios se le había aparecido realmente y se había dirigido a él.
Es aquí donde José se nos presenta como un hombre justo con una vigilancia interna por Dios. Y es su tranquilidad interior lo que le permite recibir y comprender el mensaje de Dios. Debido a su vigilancia silenciosa, puede ser obediente espontáneamente, ser activo, amigable, apoyar el plan de Dios. Y es aquí, que San José se convierte para cada uno de nosotros en nuestro modelo e inspiración, porque Dios continúa hablando. Sin embargo, ¿estamos en silencio lo suficientemente vigilantes para que Dios pueda escuchar y discernir su voluntad en nuestras vidas?
Amigos, con la Navidad acercándose a toda prisa y lo que esto conlleva, es importante para nosotros cultivar un espíritu y recogimiento interior en este mundo que nunca deja de hablar. Y es San José quien puede ser nuestro modelo de recogimiento. Y para forjar este recogimiento interior, establezcamos un diálogo interno como San José para que pueda ayudarnos a cada uno de nosotros a tener esa plenitud de fe que le permitió escuchar, comprender y responder a las palabras de Dios. Fue el silencio de José lo que realmente conmovió al Papa Benedicto cuando señaló: “Jesús aprenderá, a nivel humano, precisamente del padre José esta intensa vida interior, que es la condición de la justicia auténtica e interior, que algún día él sabrá enseñar a sus discípulos ".
Mons. Geno Sylva